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Es tan frecuente no estar en el presente, estar viajando mentalmente a buscar algo que dejamos en el pasado, quizás porque lo sentimos inconcluso, porque lo extrañamos, porque aún nos duele, porque estamos arrepentidos… o bien preocuparnos por un día que no sabemos si llegará. Nos imaginamos escenarios,  en algunos casos sentimos alegría de esos viajes, pero en otras, ansiedad y mortificación.

Y desde ese punto, no nos sentimos a gusto… Y lo más importante de todo es que vamos perdiendo lo que de verdad no va pasando en tiempo real, no entendemos que lo único que tenemos es esto, este instante, que a través de cada uno de esos instantes es que vamos dándole paso a los siguientes, pero que cada uno de ellos que dejamos de vivir, se pierde para siempre.

Diente de león - Soltar - Dejar ir

Nuestra vida es secuencial, pero todo lo que no está en este preciso momento, solo está en nuestra mente, lo vivido son nuestros recuerdos, que inclusive modificamos con los filtros de la mente, empeoramos, idealizamos, restamos valor… Así vamos recreando nuestro pasado, ocupando el espacio de nuestro presente y condicionando nuestro futuro.

Además tenemos una manera particular de postergar la felicidad, como que nunca sabemos vivirla en el momento, la dejamos para luego o decimos: cuando éramos felices y no lo sabíamos. Es muy extraño reconocer la felicidad en el momento, decir: ESTOY FELIZ, ahora, en este momento. Vamos por la vida con ciertas expectativas y nos vamos dando cuenta, en el mejor de los escenarios, que esas expectativas quizás nos impiden sentir la felicidad, que nos hemos imaginado otra cosa y quizás al no sentir eso que pensábamos al vivir una experiencia, pues colocamos la felicidad un poco más lejos.

La felicidad no tiene tanto que ver con lo que nos ocurra, más bien, tiene que ver con nuestra capacidad de apreciación ante la vida, con la conexión que tengamos con la gratitud, con la dirección de nuestro enfoque y con la consciencia de que la vida es el momento presente y el acariciarlo, apreciarlo, sentirlo como el milagro que representa, independientemente de lo que traiga con él, ya es motivo suficiente para ser felices.

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No podemos programar la felicidad y es mentira que sentiremos algo diferente a la nostalgia si ubicamos la felicidad en el pasado. En esta experiencia secuencial, lo mejor es que la fotografía instantánea muestre nuestra mejor sonrisa, refleje nuestra mejor actitud y desborde lo conscientes y agradecidos que estamos por vivir este instante, que justo ahora es nuestra vida.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet