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Si bien en general nuestras relaciones están tiranizadas por la comparación, la envidia y los celos, existe una emoción completamente opuesta: la Compersión. Se trata de sentir alegría por la alegría ajena, admirar los talentos que vemos en otras personas, así como aplaudir el éxito ajeno. Cada vez que veamos a alguien abundante y feliz, bendigámoslo, pues quiere decir que nosotros también podemos sentirnos de esa manera. Y cada vez que conozcamos a alguien que ha conseguido algo que a nosotros nos gustaría lograr, felicitémoslo, pues significa que también es posible para nosotros.

La envidia nos destruye y empequeñece;

 en cambio la Admiración y la compersión nos nutren y engrandecen.