Envejecer es un privilegio, un arte, un regalo. Sumar canas, arrancar hojas en el calendario y cumplir años debería ser siempre un motivo de alegría. De alegría por la vida y por lo que estar aquí supone. No te lamentes de envejecer.
Cuando pensamos en la vejez, a menudo pensamos en el deterioro físico, el cansancio y las arrugas; al menos en lo que concierne a los seres humanos, porque el vino y el queso se vuelven mejores con el tiempo… Lamentablemente, no es nuestro caso.
En primer lugar debemos aprender a distinguir “envejecer” de “vejez”. Envejecer no significa debilitarse, declinar, no significa volverse senil. Es ir poco a poco hacia un período más avanzado de la vida que es simplemente lo mismo que venimos haciendo desde que nacemos.
Pero entonces, ¿a partir de qué momento nos volvemos “personas de edad”? Obviamente, hay una diferencia entre pasar de la infancia a la adolescencia y pasar de adulto a adulto mayor.
“Envejecer, es la única forma que encontré de vivir más tiempo”, dijo un escritor francés. ¿Por qué será que nos da tanto miedo envejecer?
Cumplir años debería ser un motivo de alegría. Cada día significan 1440 minutos de nuevas opciones, de maravillosos pensamientos, de cientos de matices en nuestros sentimientos. Cada segundo nos hace más capaces de experimentar y de aprovechar todas las opciones que nos brinda nuestro alrededor.
Cada año es una medalla, una oportunidad para atesorar recuerdos, para hacer nuestros los instantes, para soplar las velas con fuerza y orgullo.
Desea seguir cumpliendo sueños, segundos, minutos, horas, días, meses y años… Y, sobre todo, poder celebrarlo con la vida y la gente que te rodea. Que os veáis y os sintáis plenos, arrugados y felices.
¿QUE CUÁNTOS AÑOS TENGO?
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos y las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.
¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas…
Valen mucho más que eso.
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!
Lo que importa es la edad que siento.
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.
¿Qué cuántos años tengo? ¡Eso a quién le importa!
Dejarse llevar por una buena vejez
Las personas que logran llevar una buena vejez son las que logran concentrarse en lo que es realmente importante, descartando lo inútil. Aparentemente, por cuestiones culturales, las mujeres parecen estar mejor capacitadas en relación a los hombres para lograrlo.
Durante un estudio que realizó un grupo de psicólogos que investigaba sobre las aptitudes físicas y cognitivas de personas de la tercera edad, notaron que más allá de los resultados, los hombres se enfocaban en mantener su rol de trabajadores y de jefes de familia respetados y les preocupaba mucho el resultado del test, mientras que las mujeres no les daban mucha importancia.
Incluso, cuando se les hacía notar a ellas sus dificultades para recordar cosas, o ubicarse en el tiempo o incluso en relación a sus problemas de movilidad, muchas respondían: “todo eso ya no tiene tanta importancia”.
Parece ser que con el transcurso del tiempo “dejarse llevar” significa despojarse de todo lo que demanda demasiada energía y en la vejez, todo eso pasa a tener poca importancia. Lo importante es recibir la visita de los seres queridos y pasar tiempo con ellos.
Entre la niñez y la vejez hay un instante llamado vida
No te lamentes de envejecer. La vida es un regalo que no todos tenemos el privilegio de disfrutar. Es un frasco de suspiros, de tropiezos, de aprendizajes, de placeres y de sufrimientos. Por eso, en sí misma, es maravillosa.
Y también por eso es imprescindible aprovechar cada momento, hacerlo nuestro, sentirnos afortunados. Acumular juventud es un arte que consiste en hacer que importe la vida de los años más que los años de vida. En definitiva, hacer que nuestra existencia tenga sentido. Envejecer es un regalo.
No resulta tan esencial si sumamos canas, arrugas o si nuestro cuerpo nos pide tregua cada mañana. Lo que verdaderamente es relevante es crecer porque, al fin y al cabo, cumplir años es inevitable, pero envejecer es opcional.
Acumular juventud es un arte