El cordón de plata se podría definir como el cordón umbilical espiritual. El cordón de plata se refiere a un hilo de energía magnética o biomagnética que une el cuerpo físico del ser humano, con el cuerpo psíquico o espiritual.
Al cordón de plata se le llama así porque a pesar de que el conjunto de partículas que lo forman contienen todos los colores existentes, su conjunto visto desde fuera parece plateado.
Este cordón es infinitamente extensible y sin límites, y el ser humano que viaja en el astral al separarse de su cuerpo flota al extremo del Cordón de Plata de una forma similar a la de una cometa al final de una cuerda. Cuando el cuerpo físico demanda su parte astral éste es tirado hacia abajo de igual forma como si tiramos de una cometa.
El Cordón de Plata une la Supraconsciencia o Ser Superior con el cuerpo humano, y las impresiones van de un lado a otro durante todos y cada uno de los segundos de la vida terrenal del cuerpo. Impresiones, lecciones, órdenes y, de vez en cuando, alimento espiritual proceden del Ser Superior hacia el cuerpo humano. Cuando éste muere el Cordón de Plata se corta y el cuerpo humano es dejado aparte, como si fuera ropa vieja e inservible que ya terminó su función, mientras el espíritu continúa.
Tanto si viajamos en el presente como si nos introducimos en los Archivos Akáshicos, el Cordón de Plata es la cuerda de seguridad y comunicación entre lo que percibimos y el plano físico donde se encuentra el cuerpo. Toda la información nos es transmitida a través de él.
Gracias a la capacidad infinita de extenderse que tiene el Cordón de Plata podemos viajar a todos los diferentes planos de existencia, siempre que nuestra evolución y color de nuestra aura nos lo permitan.
A continuación veremos lo que nos cuenta Lobsang Rampa sobre el despertar y la apertura del sexto chakra (tercer ojo) y su relación con el cordón de plata, en su conocido y excelente libro “El Tercer Ojo”. Es una lectura realmente interesante:
(…) “Para nosotros el cuerpo no era más que una cáscara o caparazón animado por la auténtica personalidad de cada cual, el Superser, que toma las riendas cuando uno se duerme o se muere. Durante el sueño regresa el hombre a otro plano de existencia. El espíritu se aparta del cuerpo físico y sale flotando en cuanto llega el sueño. El espíritu mantiene su contacto con el cuerpo físico por medio de un «cordón de plata» que no se rompe hasta el momento de la muerte. Y nuestros ensueños, mientras estamos dormidos, son vivencias que se realizan en el plano espiritual del sueño. Cuando el espíritu regresa al cuerpo, el choque del despertar desquicia la memoria onírica a no ser que esté entrenado especialmente”. (…)
(…) “El aura que rodea el cuerpo y que cualquier persona, bajo las adecuadas condiciones, puede aprender a ver, no es más que un reflejo de la Fuerza Vital que arde en él. Creemos que esta energía es eléctrica lo mismo que el rayo”. (…)
(…) “En el Tíbet viajamos mucho por medio de la proyección astral —no por levitación—, y se trata de un procedimiento que podemos controlar a voluntad. Hacemos que el yo abandone el cuerpo físico, aunque siga unido a él por el Cordón de Plata. Podemos viajar por donde queramos con la mayor velocidad concebible. La mayoría de nosotros posee la habilidad de realizar esos viajes, pero muchos, después de haberse lanzado, han sentido un gran choque psíquico por falta de entrenamiento. Probablemente todos han tenido la sensación de dormirse y luego, sin razón aparente, despertarse violentamente, como por una fuerte sacudida. Esto se debe a una exteriorización del yo excesivamente rápida, una separación demasiado brusca de los cuerpos físicos y astrales. Esta violenta contracción del Cordón de Plata hace que el cuerpo astral vuelva, como si tirase de él un elástico demasiado distendido, a introducirse de nuevo en su vestidura física. De todos modos, la sensación es mucho peor cuando se regresa después de un viaje. El ser astral está flotando a enorme altura sobre el cuerpo como un globo al extremo de una cuerda. Algo, quizá un ruido externo, hace que el astral se reintegre al cuerpo con excesiva rapidez. Entonces, el cuerpo despierta repentinamente y tenemos la horrible sensación de estar cayendo por un precipicio y de habernos detenido en el mismo momento en que íbamos a estrellarnos”. (…)
(…) “Creemos que estamos en la Tierra para aprender y que en ella es donde sufrimos todas las torturas que se atribuyen al infierno. El Otro Sitio es para nosotros aquél donde vamos cuando salimos del cuerpo, o sea el sitio en donde encontraremos a otras entidades que también se han liberado del cuerpo. Y no es esto lo que se llama espiritualismo, sino una creencia muy concreta en que durante el sueño o después de la muerte podremos movernos con absoluta libertad por los planos astrales. A los más elevados de estos planos los llamamos «La Tierra de la Luz Dorada». Estamos seguros de que cuando nos encontremos en lo astral _después de la muerte o durante el sueño_ podremos encontrar allí a las personas amadas porque estamos en armonía con ellas. Y nunca veremos a las personas por quienes sentimos antipatía, ya que ese estado de desarmonía no puede existir en la Tierra de la Luz Dorada”. (…)
(…) “Somos almas inmortales. Nuestra plegaria: «Om manipad-me Hum!» se suele traducir al pie de la letra de este modo: « ¡la Joya del Loto!» Los que hemos avanzado un poco más en nuestra religión sabemos que su verdadero significado es: « el Super-Ser del hombre!» No existe la muerte. Como uno se quita la ropa al terminar la jornada, lo mismo se quita el alma del cuerpo cuando éste se duerme. Así como se desecha un traje cuando se ha gastado, también se desecha el alma al cuerpo cuando está excesivamente usado o se ha roto. Morir no es más que el acto de nacer en otro plano de la existencia. El Hombre, o el espíritu del Hombre, es eterno. El cuerpo es sólo la vestidura temporal que cubre el espíritu y es elegido según la tarea que corresponda a cada persona en la tierra. La apariencia externa carece por completo de importancia”. (…)