Cuando las personas vibran más alto atraen más oportunidades, y se sienten felices, energizadas y seguras. Sonríen con frecuencia, tienen mayor claridad mental y gozan de una buena salud y estado físico.
Estamos hechos de energía; de hecho, todo está formado de átomos que vibran.
Debemos ser fiel a nuestros sentimientos y emociones; decir lo que sentimos y actuar acorde a lo que pensamos. Al ser honestas, respetarnos a nosotras mismas, y amarnos por sobre todas las cosas, subimos automáticamente nuestro nivel energético.
Una toxina es cualquier elemento nocivo para la salud, puede ser una comida, una persona, un sentimiento como el estrés y hasta un pensamiento. Para evitar la energía tóxica, debemos dejar de hablar de situaciones negativas, evitar leer libros o textos que nos desmotiven, y procurar no escuchar malas noticias. Rodearnos de personas y entornos positivos resulta estupendo para elevar considerablemente nuestra vibración.
Toda la comida tiene una energía, energía que puede ser positiva o negativa. Los alimentos que más energía tienen son las frutas y los vegetales. De hecho, está demostrado que la comida orgánica y la cruda vibra con una frecuencia mucho más alta que aquella que está procesada.
Por ello, alimentarnos lo más natural posible nos ayudará a subir nuestra vibración. Aunado a esto, es importante señalar que la energía de aquello que consumimos puede verse afectada por la persona que manipuló dicho alimento o por las situaciones que atravesó la comida antes de llegar a nuestra mesa. Se debe cocinar con amor, cariño y agradecimiento, de esta manera lo que ingiramos será beneficioso para nuestro cuerpo.
Tomarnos un tiempo para meditar o rezar resulta fundamental para poder conectarnos con nosotras mismas y con nuestra esencia. Cada vez que nos relacionamos con un ser de luz en el que creemos profundamente, aumentamos nuestra energía.
Si tomamos en cuenta estas cuatro herramientas, con seguridad obtendremos maravillosos resultados, todo fluirá y nuestra vida mejorará.