Muchos sabios dicen que aquello que ha cumplido su misión de que aprendiéramos algo tiene que irse como llegó. Puede ser muy evidente cuando alguien o algo que traía una lección, ha completado su trabajo y entonces las cosas comienzan a ponerse difíciles y poco agradables para que sean incómodas y las dejes ir.Desde un lugar físico, hasta un lugar emocional, pasando por relaciones, personas, actividades y trabajos que no evolucionan, la vida nos regala la transformación constante como hilo conductor de lo que venimos a aprender.
Aferrarse y no dejar ir para recibir lo que sigue, es estancar el agua, y ya sabemos lo que pasa con el agua que se estanca. Consciente o inconscientemente estamos llenos de mucho miedo innecesario que congela el flujo natural de las cosas.
Por este miedo somos incluso capaces de dejar que la gente que alguna vez aportó algo se convierta en nuestro gran parásito o viceversa, y en lugar de dejar que la relación evolucione a donde tenga que ir para darnos lo mejor que nos pueda dar, nos sometemos a amargas experiencias de dependencia y drama.
Darte cuenta de con cuántas de las cosas y personas en tu vida mantienes esta posición puede ser un gran monitor para saber cuánto te estás deteniendo y apegando a lo que algún día fue pero que ya no es.
No hay nada en esta realidad que no busque evolucionar, así que todo es cambio. Tal vez sea que el siguiente paso sea honrar lo que tienes para reconocerlo y despedirlo, o hacerlo crecer para seguirlo viviendo pero de nuevas maneras, siempre está en movimiento, y esto es lo natural.
Lo que no lo es, es construir la ilusión de que permanecerá así por siempre y para siempre, y una y otra vez elegir por y para el miedo que anquilosa.
Tú estás a cargo de ti mismo, y tomar esta responsabilidad de manera total es crecer. Tenemos muy confundida la bondad y la compasión con el auto-sacrificio y el auto-abuso.
Creemos que si nos alejamos de personas que están siendo nocivas, las traicionamos o no las estaremos ayudando más, pero no es así como funciona.
Tal vez al principio recibas su rechazo y hasta su condena, pero eventualmente serás más útil como un ejemplo de libertad y crecimiento, que como un cómplice del temor y del daño, y como en el fondo todos sabemos que queremos evolucionar, al final te seguirán pero de una manera sana, sin colgarse de ti.
Y por supuesto que lo mismo opera al revés. No hay mayor regalo que puedas hacerte y que puedas hacerle a la vida que la libertad para este recorrido de aprendizajes.
Puedes empezar con cosas que no te importen mucho: regala lo que ya no uses, limpia tu clóset, rompe viejos estados de cuenta, cambia de rutas, modifica tus rutinas, cierra pendientes, cumple o termina tus pequeñas promesas, ponle un factor nuevo a tus creencias, una creencia a la vez, pero permite este movimiento.
Al cabo de un tiempo te vas a dar cuenta de cuánta de esta energía que tenías estancada quería moverse a otro lugar y tú eras su verdugo; y lo mejor: este solo flujo irá configurando las cosas para que puedas darle un giro a lo que te cuesta más trabajo.
Sostente en el ritmo de la naturaleza, porque es tu aliado, y confía plenamente en que lo que fue bueno alguna vez, llegó porque estabas dispuesto al cambio.