El modo en que se detectan las altas capacidades intelectuales suele variar bastante. Hay personas que llegan a la edad adulta sin conocer su superdotación. Asimismo, también debemos tener en cuenta que casi el 68 % de estos niños, lejos de ser identificados, son víctimas de ese fracaso escolar en el que sus capacidades, talento y potencial pasan completamente desapercibidos.
Este es, sin duda, un tema complejo. De hecho, es muy común encontrarnos con adultos que han pasado gran parte de sus vidas sin saber qué era lo que ‘fallaba’ en ellos. Utilizamos el término fallar porque eso es lo que muchas personas percibían tras experimentar problemas en el colegio, dificultades en sus relaciones sociales y grandes desencantos en un mercado laboral que no se ajustaba ni a sus intereses o expectativas.
La detección temprana de la superdotación intelectual es clave en todos los casos. No obstante, tal y como señala Alicia Rodríguez, presidenta de la Asociación Española para Superdotados y con Talento (AEST), a pesar de que muchos padres puedan intuir en sus bebés ciertas precocidades a la hora de hablar, de desarrollar la motricidad fina, etc., lo mejor es esperar a que los niños tengan entre 3 o 4 años.
Asimismo, también es conveniente aclarar un aspecto. Las altas capacidades no se identifican solo a través de un cociente intelectual elevado. No basta con aplicar un test; de hecho, cabe señalar que ni siquiera es concluyente por razones que veremos a continuación. En realidad, los profesionales atienden muchas otras variables, aspectos que definen sin duda la complejidad emocional y personal de estos niños.
“¿Cómo es que, siendo los niños tan inteligentes se convierten en su mayoría en adultos tan estúpidos? Debe ser fruto de la educación”.
-Alejandro Dumas-
El modo más común en que se detectan las altas capacidades intelectuales es a través de las familias. Son los padres y las madres quienes, por norma, detectan las primeras señales; sus niños presentan una curiosidad poco usual para su edad. Sus comentarios profundos o la particularidad de sus intereses son siempre un buen indicador.
Ahora bien, esto no ocurre en el 100% de los casos. Muchos niños llegan a la edad escolar encontrándose, de pronto, en un contexto que, lejos de alentar su potencial, lo recortan y lo vetan. Aún más, un problema recurrente con el que se encuentran muchos pequeños es que, a menudo, evidencian un comportamiento hiperactivo.
Tal y como nos revelan en un estudio llevado a cabo en la Universidad Estatal de Medicina de Syracuse, en Nueva York, esta es una realidad que deben tener en cuenta psicólogos y neurólogos. Esa hiperactividad responde en mayor parte a su inquietud por experimentar, tocar, ver, descubrir, sentir, comentar, desafiar… Comportamientos poco cómodos en las aulas de todo colegio o instituto.
Por tanto, veamos cómo se detectan las altas capacidades intelectuales.
Lo señalábamos con anterioridad. El primer filtro para detectar la alta superdotación intelectual es el de la familia. Por ello, es recomendable que padres y madres tengan en cuenta estas dimensiones.
Hablábamos al inicio de los test de inteligencia y el cociente intelectual. Si nos limitáramos solo a calificar como superdotados a aquellos niños con un CI igual o superior a 130 identificaríamos a una baja proporción. No todos los niños o adultos responden bien a este tipo de pruebas estructuradas. Necesitamos más fuentes de información que complementen a los test. Son las siguientes.
Una vez se detectan las altas capacidades intelectuales en el niño, viene el paso más importante: su atención, el poner medios para ofrecerle una respuesta ajustada y adecuada. Ahora bien, debemos tener en cuenta que no son solo alumnos con necesidades educativas especiales. Son personas que necesitan también de otros apoyos, de muchos más factores para favorecer en ellos un desarrollo óptimo y feliz, uno donde puedan alcanzar todo su potencial humano.
Para ello, tanto maestros, profesores y familia deberán atender estas dimensiones que nos explica Patricia Veerharen en su libro Educación de alumnos superdotados.
Para concluir, algo que debemos prevenir tanto como educadores, como psicólogos o padres es el fracaso escolar y la insatisfacción de estos niños. El aburrimiento y la progresiva desconexión de un entorno poco estimulante para ellos derivan a menudo en aislamiento. Evitémoslo, aunemos sensibilidades y medidas para que esto no ocurra.