Este efecto, el efecto boomerang existe; es decir todo pensamiento que lanzas, proyectas o emites, el universo te lo devuelve multiplicado. Resulta similar a la reverberación o eco. Cuando las personas se dan cuenta de que ellos mismos son los causantes de los males que los aquejan, de pronto les entra un intenso deseo de arreglar las cosas. Cuando este deseo es intenso y fuertemente proyectado, inmediatamente recibe toda clase de ayudas del universo para generar positivismo.
Si cada vez que pienso en alguien con preocupación o imaginando que puede estar enfermo, —y dijo esto porque me he topado con alguna que otra persona que por ejemplo al no saber nada de ti lo primero que dicen cuando tienen oportunidad es si has estado enferma—. Pues ¿por qué había de estar enferma? ¿No podía haber estado genial, o de viaje? Y todavía se enojan porque dicen que; —encima que estaba preocupara por si te pasaba algo—, irónico ¿no creéis?. Pues bien, como decía cada vez que proyecto, estoy sembrando esa realidad, y eso precisamente no es ni de ayuda para ti, ni para nadie, porque no te olvides que los pensamientos crean realidades. Todo pensamiento persistente puede modificar nuestra realidad y la de nuestro entorno, e inclusive a propia naturaleza.
Los seres humanos no solo somos seres que caminamos, trabajamos, reímos, pensamos, sino que también percibimos sensaciones y pensamientos. Yo muchas veces digo que tenemos una gran y potente antena que es capaz de recoger muchas frecuencias. El pensamiento y por supuesto los sentimientos viajan por unas redes electromagnéticas y aunque la persona que emite esos pensamientos/sentimientos esté a miles de kilómetros se puede advertir. Bien, puedes decirme por ejemplo, que un pensamiento no se puede medir. Pues no, de momento no se puede, pero sí se puede medir la actividad cerebral cuando se emiten.
Una persona con alta sensibilidad, una persona psíquica puede sentir esa clase de sensaciones en los poros de su piel, porque ciertos pensamientos o sentimientos de los demás tienen un sello de identidad que condicionan y paralizan. Estos son los sentimientos de envidia y de ira sobre todo, que son percibidos como dardos que drenan la energía.
Un pensamiento insano proyectado hacia ti te estará generando un malestar que sabrás identificarlo, porque es diferente a como te hayas podido sentir por contraer por ejemplo; una gripe. Una sensación de inestabilidad, de no tener a dónde agarrarte, una sensación de estancamiento, un nudo en el estómago , una intranquilidad y todo eso acompañado de muy poca vitalidad será la señal de que algo no anda bien y que puedes estar percibiendo esas ondas de forma u ondas deformes; vamos, una mala energía. Y además, si eres suficientemente sensible sabrás de quien te llega.
Si alguien proyecta o no deja de hablar de ti, y esto sucede a diario y las personas no son conscientes del daño que hacen y del daño que se hacen, con juicios y críticas, con pensamientos de envidia, con ira y rabia, tarde o temprano le serán devueltos. Después nos extrañamos que cierta persona no nos coja el teléfono, que nos evite, que no quiera pasar tiempo con nosotros o que se haya alejado definitivamente de tu círculo de amistades. Y es que todo pensamiento, todo sentimiento, de una u otra forma llega.
Hay una premisa que dice lo siguiente: No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti.
Aunque mí me gusta más esta: Hay que pensar en los demás como nos gustaría que los demás pensaran en nosotros.