¿Has probado algún día a contar el número de noticias positivas que salen en la tele? ¿Te has parado a escuchar cuál será la primera noticia que escucharás por la radio? ¿Has pensado sobre el número de eventos positivos que nos rodean y no son noticia? El mundo crece, no solo muere.
Nos pasamos el día rodeados de noticias negativas, los telediarios están plagados de muertes, asesinatos, accidentes, traiciones. Mientras tanto nos olvidamos de que el mundo crece; avanzamos con la ciencia y la tecnología a pasos agigantados y en el camino nos vamos olvidando de cultivar lo más importante: las personas.
Los árboles siguen creciendo, cada día hay miles de niños que nacen, personas que ayudan a otras, almas que inventan para hacernos la vida más fácil. Sin embargo, también habrá un árbol caído que hará más ruido que todo esto.
Sigo creyendo que existen las buenas personas, sigo creyendo en la gente solidaria, en la gente que da sin esperar a cambio, en la gente que enseña, crece y quiere un mundo mejor. En la gente que se esfuerza y sigue adelante. Aunque, por desgracia, no serán estas las que más espacio ocupen en los medios de comunicación.
Ya basta de factores de riesgo para contraer enfermedades, factores de riesgo para no avanzar o peligros para la salud. ¿Dónde están los factores de riesgo para ser feliz? Pues aquí haré la lista de mis factores de riesgo para seguir creciendo, peligros que si los cometemos entraremos en el peligroso mundo del disfrute.
Cuidado con ser agradecido con los demás, con dar las gracias por lo que tienes y te sientas afortunado por estar rodeado de todo aquel que te quiere, cuidado con responder “gracias”, corres el riesgo de que te respondan con una sonrisa que alivie, con un gesto amable de los demás que te hagan sentir mejor.
Otro de los factores de riesgo que podemos incluir en la lista será parar, escuchar, ver y aprovechar los sentidos en cada momento, ser conscientes del ahora para grabarlo y disfrutarlo. Puede nos impulse a vivir la realidad que tenemos delante y no al resto de realidades que anticipamos y tememos: una oportunidad para estar en armonía con nuestro yo interior y sentirnos en contacto con él.
Corremos el peligro de caer por el precipicio de la felicidad si ansiamos el crecer, si nos esforzamos por conseguir aquello que nos mueve y nos da plenitud. Si seguimos trabajando por ser mejores y avanzar, si nos seguimos levantando sonriendo a pesar del sueño, porque intentaremos hacer que cada día un conjunto de instantes que merezcan la pena… y, sobre todo, la risa.
Ten cuidado con ayudar a los demás, ten cuidado con ver la parte positiva de todo, con no dejar de buscar nuevos caminos o soluciones alternativas. Cuidado con dar amor (no te pases), con organizar tus planes para tener tiempo para el trabajo y también para el ocio y para ti. Cuidado con sonreír, porque tu propia compañía puede llegar a ser un factor de riesgo por sí misma.
Seguiremos cultivando para que la tierra no muera, y seguiremos oyendo y llorando las pérdidas, pero esto no impedirá que sigamos plantando semillas para que los árboles sigan creciendo. Cada vez que alguien muere, en otra parte del mundo hay una vida, una vida que merece tanto ruido como el que hacen las lágrimas lloradas por la persona que se va.
Porque aunque se oigan más los árboles que caen, sabemos que en nuestra mano está el hacer que otros crezcan y florezcan. Aunque nos rodeemos de noticias negativas, seguiremos buscando lo positivo y la vida en todo aquello que no muere, porque está ahí y si nos esforzamos por verlo y buscamos, se abre ante nuestros ojos “el peligroso mundo de la vida”.
Si miramos bien el prospecto de la vitalidad veremos los factores de riesgo que hemos comentado, si nos atrevemos a tomar la medicación corremos el serio peligro de contagiarnos y contagiar a los demás. ¿Te atreves a coleccionar factores de riesgo para ser feliz?