Las memorias emocionales se heredan al igual que heredamos el color de los ojos, etc. Toda emoción resultante de una experiencia se transmite de generación en generación. Estas experiencias que se graban en nuestra memoria como determinadas emociones, se graban en nuestro cuerpo y nuestro psique en forma de creencias.
Esto determinará como sentimos y, por lo tanto, produce una determinada energía, que atrae determinadas situaciones y personas con las que resuenas, y que complementan esa misma energía. Es de aquí por lo que se producen las repeticiones que vemos en nuestra historia familiar.
¿Te has puesto a reflexionar sobre cómo te manejas en tu día a día? ¿Cómo reaccionas ante los eventos, circunstancias y situaciones de la vida? ¿Has pensado u observado cómo repites patrones y creencias limitantes que en tu mente se han arraigado y solo te han causado dolor y sufrimiento?
Los patrones son estructuras inculcadas desde la infancia, bien sea por nuestra familia, por la sociedad o por alguien más. No es fácil darse cuenta cuando algo en nosotros está mal, pero algo siempre suele avisar: tristeza, enfado, frustración, sensación de vacío o soledad.
Generalmente, una emoción que suele mostrarnos que debemos realizar un cambio. Los patrones y creencias erróneas nos hacen daño y muchas de ellas se encuentran en el subconsciente. Darse cuenta y trabajar en cambiarlas duele porque generalmente provienen de un miedo. Miedo que, sin querer, nuestros seres más cercanos nos han transmitido: miedo al fracaso, miedo a la soledad, al rechazo o al abandono, miedo al éxito, miedo a no ser capaz, a no poderlo lograr, miedo al amor o a la muerte.
Estos miedos solo son una creación de nuestra mente para no afrontar y sanar la herida de la cual provienen, porque al ego o a nuestra mente no le convienen, pero a nuestro corazón, a nuestra alma, le hará muy bien. Para sanar, hay que tocar la herida y cambiar el patrón mental y emocional; esto suele ser un proceso que toma tiempo y esfuerzo. Tú has venido a eso: a transformar tu mente.
Observarlo, ponerlo sobre la mesa, hacerlo consciente y trabajar en ello. De alguna manera elegir cual me pertenece y quiero para mi vida y cual no me sirve y elijo soltar.