No hay absolutamente nada que se encuentre fuera de ti, pues ya todo se te ha dado. No hay ninguna verdad fuera de ti y no hay ningún lugar para encontrarla que no sea dentro de ti.
La iluminación no es alguna cualidad especial que tenemos que adquirir, sino más bien la cualidad ordinaria que ya tenemos ya que la Iluminación es un estado de conciencia clara y pura, un estado de visión espiritual directa, un estado de conocimiento superior. Entonces podemos decir que Buda no obtuvo la iluminación, sino, se hizo consciente de ella.
Las cosas que tú crees que son obstáculos, para la iluminación son en realidad las cosas que te llevarán a ella. Es difícil comprender este punto, pero si entendemos que todo lo que vivimos, tanto las experiencia buenas como las no tan buenas, es para obtener una “mejor versión”, lo aceptaríamos con amor.
La ira, la avaricia, la duda, el temor, la confusión son condiciones naturales de la mente, comunes en todos los seres humanos. Aprender a mirarlas por lo que realmente son, te llevarán hasta el lugar donde la mente no está continuamente reprimiéndolas o siendo indulgente con ellas, donde es capaz de vivir en paz con ellas.
La iluminación se encuentra en la rendición. En renunciar a escoger y elegir entre lo agradable y lo desagradable y en aceptar felizmente todas las condiciones mientras aparecen y desaparecen momento a momento. Así es cómo reconocemos la verdadera naturaleza del cambio sin fin.
La iluminación comienza con este conjunto cuerpo mente. Uno no puede dársela a otro ni nadie puede pasártela a ti. En ese sentido es completamente impersonal aunque una vez experimentada es una bendición para toda la humanidad.
El corazón de la persona Iluminada está lleno de Compasión infinita.