Más que una simple práctica de bienestar físico, se trata de un ritual psicocultural. Sí, tomar el sol desnudo, recostado, expuesto en el sentido más completo de la palabra, tiene cualidades terapéuticas, incluso catárticas, que vale la pena experimentar.
Hoy sabemos con certeza que el sol incide en nuestra salud física y emocional. Esto se debe, en buena medida, a que la luz solar nos provee de vitamina D. La falta de esta vitamina está asociada a diversos trastornos psíquicos, entre ellos la depresión. Obviamente, no se trata de ingerir una cantidad monumental de sol para freír tu piel con rayos ultravioleta.
Pero más allá de asegurarte tu dosis diaria de sol, asolearte completamente desnudo es un acto de naturalidad pura. Como dice Salvatore Scibona en su artículo para el NY Times:
Cuando te asoleas desnudo, estás sometiéndote a las mismas condiciones y a la misma estrella que toda criatura que jamás haya reptado o paseado a la luz del día sin haber tenido ropa interior. El placer es tanto carnal como extramundano. Nada que la civilización te ofrece podría competir con esto.
Este milenario rito podría ser un recurso más, de los tantos urgentes, para reconectar con esa faceta primaria que es parte de nuestra esencia. Así que si encuentras un rincón con algo de privacidad, e idealmente en la naturaleza, no dudes en desprenderte de la ropa, acostarte unos minutos y entregarte a la sensorialidad que el astro rey despertará en ti.
La función de todo nuestro metabolismo (incluso sanar) depende de la luz
¿Cómo influye la luz en la mente? Anadi Martel explora la naturaleza vibratoria de la luz y la interacción entre la luz, la biología y la conciencia.
El científico Anadi Martel ha estudiado los increíbles efectos de la luz en las dimensiones físicas, energéticas y cognitivas de la vida. Sus estudios refuerzan la premisa que propuso el científico alemán Fritz-Albert Popp:
Ahora podemos decir enfáticamente que la función de todo nuestro metabolismo depende de la luz.
En este sentido, Martel está convencido de que hay una relación directa entre la luz y la conciencia y de que los efectos de la luz en la mente son como el que ocurre durante la meditación. Según su libro Therapies: A Complete Guide to the Healing Power of Light, hay tres maneras en las que la luz influye en la mente: de manera física, cognitiva, y la más interesante, la subjetiva.
Con este descubrimiento, la luz y su uso pueden servir para redescubrir el equilibrio natural, y abrir la puerta a un mecanismo de sanación siempre listo para cuando le demos oportunidad.
A partir de los aspectos históricos, científicos y espirituales de la luz y su papel en la medicina energética, Martel explora la naturaleza vibratoria de la luz y la interacción entre la luz, la biología y la conciencia.
Antes de la luz, la influencia del color
Ya existen estudios y terapias que revisan la influencia fisiológica del color en su aspecto biofísico y su impacto cognitivo a través de su capacidad de evocar el mundo interno de las personas.
El cerebro reacciona a la percepción del color, y sobre eso se sigue estudiando. Sin embargo, ¿podría el color ser un estímulo que permita el aumento de la energía cerebral y que calme la mente al mismo tiempo? Tal fenómeno ocurre con la meditación.
La percepción del color no sólo influye en la mente; la mente también influye en la percepción del color. Ambos están íntimamente relacionados.
Existen dos áreas importantes donde el color ejerce su influencia: el dominio objetivo (que trabaja a través de los canales fisiológicos y biofísicos) y el dominio cognitivo (que anima los pensamientos y la conciencia).
La luz y su influencia en la mente
Tenemos muchas formas de usar la luz, que puede actuar en uno u otro de estos dominios, el objetivo y el cognitivo. En cuanto al dominio objetivo, la fotobiomodulación es un ejemplo. En esta técnica, la luz actúa directamente a nivel celular, estimulando la cadena respiratoria mitocondrial y modulando la producción de moléculas de alta energía metabólica.
Por otro lado, el dominio cognitivo de la luz es aquello que pasa por el sentido de la visión; esta influencia es una de las más profundas, ya que a través de la visión se construye una representación interior del mundo. La visión se relaciona con las facultades cognitivas superiores: puede evocar todas las emociones, sensaciones y pensamientos que nos definen.
La luz y la influencia subjetiva
Pero, ¿qué sucede en el límite entre estos dos? El libro llama a esta influencia el dominio subjetivo porque interviene en el nivel de la percepción interior, que es subjetiva. Esto tiene que ver con cualquier actividad cognitiva capaz de inducir un estado del ser armonioso y positivo.
Tal actividad puede tomar varias formas: cualquier emoción que evoca belleza o placer, la sensación de unidad con el flujo de la vida, la relajación profunda, o una impresión de inmensa paz y seguridad. Esta es una de las regiones más fértiles, y tiene profundas implicaciones para la aplicación terapéutica del color.
Con este descubrimiento, la luz y su uso pueden servir para redescubrir el equilibrio natural y abrir la puerta a un mecanismo intrínseco de sanación, siempre listo para entrar en acción cuando le demos la oportunidad.
La censura, fuente de malestar
Como lo develan los sueños, la censura del cuerpo lleva a un sentimiento de represión y vergüenza, y muchas veces de no-reconocimiento de nuestro propio cuerpo: de ese territorio que nos pertenece y sin embargo desconocemos. Esto sin duda detona problemas mentales que se ignoran y provoca malestares sociales por todos conocidos, cuyo origen es el tabú y el estigma, relacionados a la sexualidad.
Un artista es aquel que ve divinidad en la desnudez. —Ramana Pemmaraju
Según el doctor Conrad Manning, en su ensayo Virtues of Nakedness: Physical & Psychological Health, “al hacer la desnudez ordinaria, una experiencia común disociada de la sexualidad, el interés insano por la pornografía podría decrecer considerablemente”. Eso —que duda cabe— haría más fácil la vida, sobre todo a las mujeres, que son las principales afectadas de los comportamientos nocivos provocados por los tabúes y estigmas sociales, así como la mercantilización de los cuerpos.
Ahora imagínate cómo sería el mundo si fuéramos educados así desde pequeños. Si nos hubiesen enseñado a disfrutar nuestra desnudez, a sentirnos plenos con nuestro cuerpo, a explorarlo libremente y dejarlo fluir con la realidad. ¿Te imaginas cuánto cambiaría tu noción de ti y de los otros? Sólo imagínalo por un momento: si no intercediera entre ti y los demás ese muro gigante de prejuicios, complejos y estigmas que hay detrás de la ropa, ¿qué quedaría?
En The Naked Child: Growing Up Without Shame, Dennis Craig Smith y William Sparks exploran estas posibilidades, y los resultados son determinantes: los niños que son educados para amar a su cuerpo y no sentir vergüenza de éste tienen mejor autoestima y son más fuertes psicológicamente, como también lo han comprobado muchos estudios. Además, se relacionan mejor con los demás.
Y en el colmo de las paradojas, andar desnudo puede ayudar a mantener alejados parásitos y bacterias. En un estudio publicado por la University of Reading, se comprobó que muchas enfermedades provienen de nuestra ropa, la cual suele ser un contenedor perfecto para todo tipo de organismos dañinos. En el caso de las mujeres, la ropa interior puede provocar infecciones vaginales debido a los hongos. Y la ropa ajustada, los cinturones y demás prendas han demostrado ser malas para una infinidad de cuestiones: desde la fertilidad hasta la circulación.
Por eso, andar desnudo tiene beneficios insospechados que puedes aprovechar al dormir o estando a solas en casa. Stéphane Deschênes, de la International Naturist Federation, recomienda estar desnudo en todo momento posible: al cenar, al ver la televisión o al trabajar en la computadora. E incluso sugiere practicar deportes en los que puedas estar sin ropa, al estilo de los héroes de la mitología griega.
En el mismo sentido, hasta caminar descalzo puede ser algo bueno para el cuerpo, entre otras cosas porque según el psiquiatra Norman Doidge puede hacer más eficiente el trabajo de nuestras neuronas y prevenir el Alzheimer.
La desnudez es algo tan sano que incluso puede potenciar cualquier amor, como nos dice en su prosa el colombiano García Márquez:
Ella lo tranquilizó con el argumento sencillo de que todo lo que hicieran desnudos era amor.