Hace apenas unas décadas, los seres humanos aún se consideraban el centro del reino animal. La superioridad de la mente humana, en comparación con el resto de las criaturas, era incuestionable. Estas ideas estaban tan arraigadas que incluso se pensaba que los animales no tenían la capacidad de sentir. Hoy en día sabemos que esto es rotundamente falso: los animales sienten como nosotros. Además, muchos tienen conciencia de sí mismos. La evidencia científica para demostrarlo es amplia y abarca a un centenar de especies.
Los animales ríen, lloran, llaman a sus seres queridos. Se ha demostrado que los elefantes, una de las especies más estudiadas, tienen una conciencia desarrollada. Además de ser extremadamente inteligentes y contar con capacidades de cálculo matemático, forman lazos familiares duraderos. También pueden sufrir heridas psicológicas y una especie de estrés postraumático. Si esto no es suficiente para afirmar que la conciencia animal es extremadamente similar a la nuestra, hay todavía más casos que mencionar.
Los animales también sienten
Si nos adentramos más en el ámbito de la conciencia, quizá lo primero que venga a nuestra mente son las emociones, y sobre todo, la capacidad de expresarlas. Los humanos podemos reír a carcajadas o sentir enojo, pero no somos los únicos. Las ratas se ríen cuando les hacen cosquillas. Además, en un estudio publicado en Science Magazine, se demostró que estos roedores prefieren salvar a un compañero en apuros que comer su comida favorita. ¿Qué significa esto? Que las ratas, como muchos otros animales, sienten empatía por sus congéneres.
La empatía es un rasgo crucial de la conciencia, porque lleva a la formación de lazos fuertes, como la amistad. En otro estudio se demostró que las ovejas reconocen las caras de sus compañeras, incluso después de años de no verlas. Esto nos lleva a un punto todavía más profundo: la idea de que los animales de una misma especie son todos iguales también es falsa.
La personalidad es un rasgo que también se expresa en los animales. En otra investigación exhaustiva, publicada en ScienceDirect, se tomó a la personalidad optimista y pesimista como variables medibles. Los científicos encontraron que los niveles de ansiedad y síntomas depresivos en ciertos animales llevaban a una personalidad más pesimista, aspecto que se notaba cuando algunos sujetos expresaban menos expectativas que otros antes de recibir un premio.
Las pruebas no se reducen al comportamiento, también son biológicas. Algunos mamíferos marinos, como las ballenas y los delfines, poseen un sistema límbico cuatro veces mayor al nuestro. Este sistema abarca áreas del cerebro relacionadas con las capacidades sociales y los sentimientos. Si dichas zonas han evolucionado de tal manera en estos animales, es por una razón: son habilidades que utilizan todo el tiempo.
La cantidad de estudios que podríamos seguir enumerando es gigantesca. No hay lugar a duda: en gran medida, todos los animales tienen la capacidad de sentir. ¿Cómo es que nos ha tomado tanto tiempo considerarlo? Hay un sinfín de razones detrás de esto, pero todos podemos ponernos de acuerdo en una cosa: si los animales sienten emociones “humanas”, ¿no deberían ser nuestros iguales?