Los hombres también florecen, lo hacen cuando son tratados con amor, cuando les hablas con respeto y potencializas sus virtudes.
Los hombres crecen cuando su mujer tiene fe en él, cuando les impulsas a realizar sus sueños, muy por encima del miedo, nunca les orilles a perder estabilidad.
Cuando llegan a casa, abre tus brazos para que sepa, que ese cuerpo, más pequeño que el suyo, es su hogar. Besa todas esas partes de él donde has visto soledad. Besa sus ojos, su frente, sus manos, sus pies para romper con todo aquello que antes no podía ver.
Entrelaza tus manos en las suyas para que sepa que no le vas a soltar a menos que necesite ser libre para evolucionar o valorarte.
Y observa… Observa la esencia de lo que es, la luz que irradia cuando te mira, aún sin verte, honra todo lo que le trajo hasta ti, aunque a veces no lo entienda.
Sé feliz, porque esta contigo. Disfruta el cómo florece y aún así, si un día no está, quédate tranquila por lo que hiciste en él y proclama que con quien esté, le honre como tú lo hiciste y le recuerde que tuvo un origen, fuiste tú con quien floreció y fue libre.
Para ellos, para ti, por una masculinidad consciente, una feminidad incluyente y un amor sin egoísmo.