Dice el refrán que ‘es de bien nacido ser agradecido’, pero lo cierto es que no todo el mundo consigue serlo a lo largo de la vida. La ingratitud es una conducta contraria al agradecimiento, que puede poner en peligro nuestra estabilidad emocional. Las personas desagradecidas suelen traer consigo el rechazo social y es que, cuando alguien no es capaz de corresponder debidamente a los beneficios que recibe de otros, lo que consigue siempre es que los demás se alejen de él o ella.
La ingratitud es una conducta tóxica que está directamente relacionada con el egoísmo, con la personalidad narcisista, incluso, con tener un amor propio demasiado acentuado y atendiendo de forma desmedida el propio interés en detrimento del interés de los demás.
Sin embargo, las personas desagradecidas son fáciles de identificar, ya que es rara la vez que dan las gracias o que prestan atención a los demás a causa de algún beneficio que han recibido de ellos. Egoístas, egocéntricas, malcriadas, envidiosas o poco empáticas, son las principales características que definen a las personas desagradecidas. La realidad es que practicar la gratitud nos hace felices, porque recibimos muchos sentimientos positivos y ganamos buenas energías.
Así, aprender a expresar la gratitud es una necesidad humana que forma parte de nuestra naturaleza, por lo que se trata de una conducta de carácter universal. Sin embargo, el no dar las gracias y ser una persona desagradecida puede traer muchos y serios problemas que acaban por afectarnos anímicamente.
Se estima que ser agradecido es una conducta que beneficia a la salud. Y es que, se ha demostrado que al dar las gracias las personas combatimos lo malo, lo que no suma, lo que no nos hace feliz y vivimos la vida con un mayor optimismo.
Las personas desagradecidas envejecen más rápido que las personas que acostumbran a dar las gracias. Y es que un estudio científico reciente ha puesto de manifiesto que agradecer es una conducta que desacelera algunos efectos de la degeneración neuronal, un proceso que suele suceder en la medida en la que nos hacemos viejos.
Cuando el organismo produce demasiado cortisol (también conocida como la hormona del estrés) somos más propensos a estresarnos. Algunas emociones positivas como es el agradecimientocontribuyen a disminuir las posibilidades de padecer estrés porque disminuyen los niveles de cortisol.
Asimismo, el ser ingratos y no saber dar la gracias, nos lleva a tener malas relaciones con las personas que nos rodean.
Aunque siempre esperan algo de los demás, las personas desagradecidas son tóxicas y suelen alejar de una forma inconsciente a las personas que forman parte de su entorno. Sin embargo, existen diversas formas de mantener a raya a las personas desagradecidas.
Una de las cosas que podemos hacer para no sufrir las consecuencias de este tipo de personas es aprender a defendernos o a desarrollar indiferencia por ellos. Y es que cuanto menos nos involucremos en la vida de este tipo de personas, menos sufriremos sus devastadores efectos.
Asimismo, otro buen consejo para mantener a raya a una persona desagradecida es aprender a defender nuestra propia posición, y ser conscientes que no vamos a ser capaces de cambiar a esas personas, por lo que la postura más práctica e inteligente, es alejarnos de ellas.
Pero si te es imposible alejarte de las personas desagradecidas, y tienes cierta tendencia a incluirlos en tus círculos más cercanos, lo más recomendable es que empieces a practicar la asertividad, una habilidad social que te permitirá interactuar con los demás sin permitir que éstos entren en tu espacio más íntimo y personal.