La paciencia es una virtud de pocos, saber esperar sin desesperar, sin caer en estados de ansiedad y sin torturarnos con pensamientos innecesarios, es una cualidad de pocos, rara vez encontramos personas que esperan de manera conforme y decidida a que la vida haga lo suyo y les otorgue lo que les pertenece, lo que es suyo.
No podemos pretender que todo llegue de inmediato, en realidad hay tiempo para todo, cada cosa lleva su proceso y su dedicación, especialmente en cuestiones de amor, donde de alguna manera nos vamos preparando para asumir la relación con esa persona que decidamos se quede definitivamente en nuestras vidas, a fin de cuentas cada quién llega con un nuevo aprendizaje que dejarnos, aunque generalmente no nos percatemos de ello.
Aprender a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas, es un aprendizaje importante para todo aquel que lucha, no siempre solemos estar conformes con nuestras vivencias y en lugar de sacar bien del mal, tomamos el camino de sufrir por largos períodos para en algún momento dejar de compadecernos y pasar a otra cosa, cuando en realidad todo ocurre en consonancia con los tiempos de la perfección, donde todo está dado más allá de nuestra premura.
Esperar con paciencia a que maduren los frutos, sin acelerar las cosas, nos permitirá disfrutar y apreciar debidamente su dulzura, cuando nadamos contra la corriente quizás conseguimos lo esperado, pero no en todos los casos resulta grato, cada cosa tiene su lugar y su tiempo, correr tras lo que pensamos nos pertenece, sólo empeora las cosas, pues además damos cabida al recelo y a la impaciencia, no dejamos que las cosas fluyan naturalmente y que cada cosa esté en su lugar correspondiente para que los actos sucedan.
Ocurre como el proceso del embarazo, cada ser sabe exactamente en qué momento debe nacer, más allá de las programaciones y de las citas médicas y de tratar de organizar todo, finalmente solo queda esperar, el tiempo es el mejor espacio de espera, el mejor maestro y compañero para aprender a valorar lo que nos toca y a recibir lo que nos llega, cuando algo que pensamos nuestro simplemente se va, no es menester correr tras el… simplemente si ha de ser, encontrará el camino de vuelta y el momento más oportuno.
Abre tus manos, no intentes retener, obligar, mantener forzada situación alguna, no podemos decidir sobre las acciones de los demás, no podemos obligar a nadie a sentir ni a desear estar a nuestro lado, en tanto más presión hacemos más agobiamos y en tanto más corremos tras lo que deseamos más largas se hacen las distancias y los caminos, ocurre como salir al jardín y pretender agarrar con las manos alguna mariposa que veamos volar, podemos hacer múltiples intentos sin obtener resultados deseados, pero en el momento en que agotados decidimos reposar, la mariposa sutilmente se posa sobre nosotros.