¿Has dicho alguna vez que sí, queriendo decir que no?
¿Has acabado haciendo algo que no querías tan solo por miedo a negarte?
A menudo en nuestras vidas nos encontramos con dilemas tras los que debemos tomar una determinada decisión, pero…
¿Somos capaces realmente de decidirnos y hacer lo que deseamos con libertad? Existen muchas personas que en la vida cotidiana se mueven en esta trampa, angustiándose cuando tienen que decidir entre ellos y los demás, confundiendo muchas veces la humildad con el sacrificio o el favor con la obligación.
En muchas ocasiones, nos damos cuenta de que somos complacientes con los demás, a pesar de que tengamos claro en nuestra mente si queremos o no queremos hacer algo. El caso es que puede que no queramos hacerlo, pero aun así cedemos. Esto puede ser debido a muchos motivos, dependiendo del contexto, la persona y lo sucedido, pero en general las causas suelen ser la timidez, la falta de habilidades sociales, el miedo a defraudar o ser rechazado, la necesidad de ser aprobados o agradar a los demás, la falta de seguridad en uno mismo, etc…
Incluso a veces, cuando no podemos decir “no” es porque no sabemos diferenciar cuáles son nuestras prioridades, hacia donde apuntamos o cuál es nuestro blanco, encontrándonos perdidos en nuestras dudas. Pero serán las decisiones que tomamos las que se encuentren determinadas por aquello que queremos alcanzar, por lo tanto ¿apuntamos al lugar correcto? ¿O estamos sin embargo, hablando cosas por hablar? Si sabemos lo que queremos, podremos definir qué es lo que aceptaremos y qué rechazaremos, siendo tanto el sí como el no, límites y permisos que nos otorgamos a nosotros mismos.
Habitualmente no sabemos decir no a las personas más cercanas a nosotros, o a aquellas que tenemos afecto o temor, en cualquier caso, lo único que no queremos es ofender, pensando por lo tanto que es mejor no decir nuestra opinión. Pero esto es un error, porque cada vez que nos negamos a nosotros mismos aquello que deseamos lo que hacemos es devaluarnos e ignorarnos. Si lo que ocurre es que por un momento dudamos, lo recomendable es tomarse un tiempo para reflexionar y decidir, y una vez lo hayamos decidido, mantenerlo y no cambiarlo a la primera de cambio, ya que ser fieles a nosotros mismos y a nuestras palabras hará de nosotros personas creíbles y confiables. Las palabras tienen su valor, controlémoslas.
– Preguntándonos y reflexionando sobre si lo que nos piden es algo que realmente queremos hacer.
– Tomarse un tiempo antes de responder.
– ¿Hay tiempo para hacerlo?¿Tienes tiempo para ello? Evalúa tus prioridades.
– Posibilidad de buscar un punto medio, establecer un acuerdo.
– Ser honestos y amables cuando digamos “no”. Ser asertivos.
– Empezar a practicarlo.
– No permitirle asomarse a la culpa.
No digáis que sí, cuando queráis decir no. Decir “no” es necesario. Hay que aprender a decir “no” con paz, sin odios, discusiones o malos tonos.
Si tienes que decir SÍ, dilo con el corazón abierto. Si tienes que decir NO, dilo sin miedo. (Paulo Coelho)