Cierto hombre susurró:
¡Dios, háblame!
y el árbol cantó.
Pero el hombre no oía.
Luego el hombre, habló más fuerte,
pidiendo:
¡Dios, háblame!
y un rayo cruzó el cielo.
Pero el hombre no oía.
El hombre miró a su alrededor y dijo:
¡Dios, permite que te vea!
y una estrella se iluminó con gran resplandor,
pero el hombre no la notó.
Entonces el hombre gritó:
¡Dios, muéstrame un milagro!
y en ese minuto nació un bebé.
Pero el hombre no lo supo.
Luego el hombre pide a gritos, en desesperación:
¡Tócame Dios
y hazme saber que estás aquí!
Dicho esto, Dios bajó y tocó al hombre,
pero éste espantó a la mariposa que volaba
a su alrededor y continuó caminando.
No te pierdas de una bendición
sólo porque no viene envuelta
del modo en que tú lo esperas.
Mis instrucciones fueron enviar
este mensaje a personas maravillosas,
a quienes quiera que Dios bendiga,
y te elegí a ti.
No olvides enviárselo a otras personas
que desees bendecir hoy.